Yo tuve una vida y no me acuerdo.

En la otra vereda, se escapa mi atención, una ráfaga de lo que fue se adentra por mi ventana. Suspirando vamos raudos al viento y nos dejamos de aferrar a lo anterior, que si pasa alguna vez, apesadumbrada me revuelvo  en el lodo de la tristeza. ¿En qué mundo la gente será más auténtica?.
Si los rincones oscuros avientan locura, presume que pasaste por eso y aún sigues despierta. 
Camina luego cerrando todas las puertas lúgubres, pasea auténtica, confiando los recuerdos.
Nadie, nadie nunca se merece volver a dónde estuvo triste.