Culto Formal

Me dispongo en un cubículo de madera, mientras ocurre un hecho que a mis pares les parece fútil.

Los celulares faltos de tino suenan afanosamente, no se detienen ni disimulan. A menudo suena uno,no importa la circunstancia,si estamos resolviendo una evaluación o nos aprestamos a oír la cátedra habitual.El teléfono irrumpe fastidiosamente causando turbación, mientras la mirada del educacionista avizora al objetor y no cesa,hasta que el teléfono termina su sesión.

Me apresto en busca de una obra literaria.

El ascensor está atestado de individuos estresados, la premura y la presión parecen ser causantes del agotamiento grupal.La situación es tajante,voces, risas, silencio extremo;es riguoso en su actuar, si lo maltratamos chilla como un infante,siempre deja atrás al último inocente.Cuando se encuentra exaltado atrapa extremidades y provoca estupor a los alumnos que no se apresuran a su encuentro.

Me dirijo a la biblioteca.En el primer piso se vislumbra una señora muy bien dispuesta y refinada que hace usufructo cada ciertos segundos del aparato comunicacional.Inicialmente lo que se divisa es ella, que no se inmuta a pesar de comparecer un vasto tiempo, es preciso iterar la interpelación,irreprochablemente hace presencia el inepto timbre del teléfono.

LLego al lugar del conocimiento, repleto de berrinche y papel impreso,un lugar para no olvidar.Infinitas voces presidiarias en un aula supuestamente silente, se aunan, se complementan para conformar un maldito caos acústico.

Mi petición ha sido objetada por la bibliotecaria,exijo una explicación.Dónde recurrir en momentos de desesperación, todo se remite al vacío incomensurable de la injusticia.

Extrañamente aunque suena irrisorio no existe un organismo que represente a la masa incipiente de estudiantes que inquieren sumisamente una solución a las corruptelas y escabrosos problemas actuales.Me parece irrazonable que aún no se haya estatuido uno,¿qué tiene que acaecer para que los miembros estables de esta institución educacional tomen conciencia de la necesidad imperiosa de la existencia de un centro de alumnos?.

La contestación jamás la sabré, porque mi estado mental es pesimista y no tengo convicción en que mis camaradas y demás educandos de la universidad se dediquen a la cavilación y, por consecuencia surja en ellos la conciencia social que les permita dimensionar el peso real de la significancia del sentido ciudadano, comenzando por saber la necesidad intrínseca e inherente de su condición humana de expresar sus inquietudes, ideas y opiniones sin temer su limitación conceptual y de su propia ignorancia.

Lo real es que muchas personas piensan de mi misma manera pero desgraciadamente el sistema nos envuelve y atemoriza, sin querer nos domina,callándonos, anulándonos,por consecuencia la utopía sigue siendo tal.

El azar determinó mi destino el cual espero dispuesta, sin embargo, me invade un sentimiento de insurrección.